Hace veintinueve años Berlides y yo nos casamos
y hemos vivido días buenos y malos, bajo el sol y la lluvia, con besos y llanto, abrazándonos.
Junto a Dios, invocándolo, hemos ido hemos vuelto, arando y sembrando.
Contra viento y dolor estos años hemos dado todo, pero nos queda amor.
Berlides es aun más bella, es más sonriente, es más serena, es más sabia, es más generosa, es más paciente, es más dulce...
En cambio yo después de estos años soy menos preciso, menos ligero, menos explosivo, menos crítico, porque este amor nos ha cambiado.
A Berlides y a mi nos cambiaron nuestros hijos, con su amor y sus mimos, nos cambiaron nuestros viejos amigos, nos cambiaron nuestros críticos, nos cambiaron los días serenos de la selva, nos cambiaron tantas pruebas y milagros, estos años nos cambiaron.
Berlides y yo hemos enfrentado osos y leones, hemos sepultado hijos que lloramos, hemos dormido juntos bajo el cielo estrellado en alguna ribera de un río embravecido.
Pero matando al fuerte hemos disfrutado un panal de miel y de Dios.
Dios que siempre ha estado aquí Junto a nosotros, todos estos dulces años.
Dedicado desde mi corazón a mi amada esposa y a este amor que crece y se perfecciona.
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