Hay en tus ojos,
Señor una mirada,
Que me traspasa
Y hasta mi alma llega;
Siento que soy
la oveja descarriada
Que buscas tú,
para la vida eterna...
Tus ojos me llaman,
con tu llanto tierno;
Me dicen: ¡ven
que por tí yo muero!
Mi corazon tiembla
y me conmuevo.
Resistir a tus ojos
¡Señor, no puedo!