«Y el dragón se puso de pie delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, para que cuando diera a luz pudiera devorar a su hijo». Apocalipsis 12:4
Este relato de Satanás que trata de exterminar a la descendencia piadosa de Eva se repite a lo largo de los siglos. Bajo la influencia de Satanás, Caín mató a su hermano Abel, y el Faraón ahogó a los hijos varones de los hebreos. Con intención asesina el rey Saúl blandió la espada contra David, y Amán tramó aniquilar a los judíos que vivían en las provincias de Persia.
En tiempos del Nuevo Testamento, Herodes el Grande sacrificó a los hijos varones de menos de dos años en Belén. Siempre que estaba a punto de producirse un nuevo desarrollo en la historia del pueblo de Dios, simbolizado en este versículo por la mujer, Satanás ha estado dispuesto a truncar los propósitos de Dios y ha tratado de eliminar a su Hijo. Los ataques de Satanás contra la mujer prosiguen hasta que Cristo retorne.
En el paraíso, Dios puso enemistad entre la serpiente y la mujer y entre la descendencia de aquel y la de ella. Dijo que la descendencia de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15; ver Ro. 16:20). Esta profecía divina se cumplió en el nacimiento, vida y ascensión de Jesús, como lo indica el versículo siguiente. « Y dio a luz a un hijo, un niño varón, que está a punto de gobernar sobre todas las naciones con vara de hierro. Y el niño fue arrebatado hasta Dios y su trono» APOCALIPSIS 12:5.
Comentario de Apocalipsis Kistemaker Simon