Por J Omar Tejeiro R.
Dios se lo dijo a Abraham y le enseñó a ver más allá de su mundo limitado y confuso. Le ordenó salir de su tierra y dejar a sus parientes y coterráneos. Él había nacido ahí pero le pertenecía a Dios. Dios había reservado a Abraham para la grandeza y su futuro estaba lleno de luces como las estrellas del cielo.
Su destino era la tierra que fluía leche y miel, Canaán un lugar ciertamente desconocido para él pero que ya le pertenecía. Atrévase usted también a mirar lejos. Créale a Dios y aprópiate del lugar que te pertenece en la historia, como hijo de Dios.
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