miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Ha Decidido Usted Recibir el Don Gratuíto de Dios?




Si esta decidido a dejar sus pecados, debe orar al Señor. Puede hacerlo en sus propias palabras, o si necesita ayuda puede hacer suya esta "oración del pecador"....

Señor Jesús: Sé que soy pecador y que necesito perdón. Sé que moriste en la cruz por mí. Me arrepiento de mis pecados y te pido perdón. Te invito a que entres en mi corazón y en mi vida. En este momento te confieso como mi Salvador y prometo seguirte como mi Señor. Gracias por haberme salvado. Amén.

¿Le ha pedido a Cristo que perdone sus pecados? ¿Le ha pedido que le salve? ¿Le ha dado el control completo de su vida a Jesus? ... si asi lo ha hecho, bienvenido a la familia de Dios. ¿Por que no se detiene un momento para darle gracias a Dios por su salvación ?


¿QUE QUIERE JESUS QUE USTED HAGA AHORA?


Primero, El quiere que usted esté seguro de su salvación. Usted puede tener la certeza de una vida eterna:

1. Porque ha nacido de nuevo y el nacimiento es experimentado una sola vez (vea 2da de Corintios 5:19).

2. Por su dedicación entera al Señor, usted ha hecho lo que dice la Biblia
(vea Romanos 10:13).

3. Porque Dios así lo ha dicho (vea 1ra de Juan 5:11-13).

4. Porque Dios así lo ha prometido (vea Juan 5:24).

Segundo, Como evidencia de haber dado a Jesús el control de su vida, él quiere que usted le confiese públicamente y le siga en obediencia mediante el bautismo por inmersión y haciéndose miembro de una iglesia local. La Biblia dice: "Los que recibieron su palabra fueron bautizados. Y . . . el Señor añadía todos los días ... a los que habían de ser salvos. (Hechos 2:41,47).

Tercero, Jesús desea que usted crezca y se convierta en un discípulo fuerte y fiel. La Biblia dice: "Desead, como niños recien nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcaís para salvación, si es que habeis gustado la benignidad del Señor"
(vea 1ra de Pedro 2:2,3).

Hay cuatro cosas indispensables para su crecimiento:
1. Alimento. La Palabra de Dios, la Biblia, es el alimento espiritual. Léala, escúchela cuando es enseñada y predicada, estúdiela, trate de memorizarla, practíquela.

2. Aliento. La oración es el aliento espititual. Pase un tiempo todos los días hablando con Dios. Hable con é1 de lo que usted hace, de sus problemas, de sus necesidades; háblele acerca de su familia, sus amistades. dígale cuánto usted le ama y exprésele su agradecimiento.

3 . Ejercicio. Destreza espiritual es ayudar a otros, es testificar de Cristo, es usar de su tiempo y energía en la obra del Señor, es ser un ejemplo al mundo en que vive.

4. Descanso. Descanso espiritual quiere decir adoración: adoración con la iglesia en el templo y adoración en su vida privada. Es esperar en Dios, con serenidad. Es renovación física y espiritual.

Cuarto, Jesús quiere que usted sea victorioso en su vida diaria. La Biblia dice: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (vea 1ra de Juan 5:4).

1. La vida Cristiana es una batalla, pero estamos seguros de la victoria…. porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (vea 1ra de Juan 4:4).

2. Aun con la certeza de que somos victoriosos, habrá momentos de desobediencia y fracaso, porque somos humanos. Dios ha provisto los medios por los cuales podemos ser limpios de nuestros pecados diarios. Su palabra dice: "Si confesamos nuestros pecados, é1 es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (vea 1ra de Juan 1:9).

3. Así que, cuando usted peque, no lo niegue ni trate de disculparse. Digalo a Dios y acójase a su promesa.


Que Dios le bendiga !
Si decidió aceptar a Cristo en su corazón después de leer esta
página, oprima aquí para enviarle correo electronico a nuestro Pastor

La Gran Decisión

J. Omar Tejeiro

Leemos la palabra de Dios en marcos 15: 15 y en mateo 27: 24: “y Pilatos, Queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a barrabas, y entrego a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado. viendo Pilatos que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomo agua y se lavo las manos delante del pueblo, diciendo: inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros”.

Poncio Pilatos firmó la orden de ejecución de Cristo; su rostro hipócrita se asoma en cada uno de los cuatro evangelios, por violación al derecho romano, por callar cobardemente la voz de su conciencia, por su decisión pusilánime de crucificar al hijo de Dios. Pilatos ha sido condenado ante el tribunal de la historia, y lleva el estigma de ser un débil y miedoso. La deshonra y el desprecio están ligados a su nombre para siempre, por lo que él hizo con Jesús. ¿Qué hizo? le negó la oportunidad de un juicio justo, y esto es algo que millones siguen haciendo con Cristo: se forman una opinión acerca de él, sin escuchar toda la evidencia que hay sobre Su Persona.

Pilatos clamó: ¿qué, pues, haré de Jesús llamado el Cristo?, Pilatos conocía bastantes datos acerca de Cristo: sus movimientos, su mensaje y sus milagros eran de dominio público, y
Pilatos como gobernador no los ignoraba, además sabía claramente que por envidia le habían entregado. Pilatos jamás se interesó por Cristo o buscó a Cristo, pero un día las circunstancias lo obligaron a encontrarse personalmente, frente a frente con Jesús y a decidir qué haría con él y hoy, amado lector, el hecho de que usted esté leyendo este mensaje también su vida, hoy, está cara a cara, con Jesús.

¿Qué hará usted con Jesucristo en este instante?  Pilatos nunca pudo ser el mismo después de su confrontación con Cristo llegó a la encrucijada de dos caminos, a la línea divisoria de su vida, a una crisis dramática. Tuvo que decidir; Pilatos y Cristo estaban cara a cara, frente a frente, y la escritura dice que Pilatos ¨tuvo más miedo¨ Juan 19: 8 lo que decían de Cristo lo atemorizaba, el carácter de Jesús le infundió miedo, temblaba por la crisis que el Maestro de Nazaret había desatado en su vida, temía a que Cristo invadiera su vida personal. La historia nos dice que Pilatos era un hombre rudo, sanguinario y cruel; como emperador todo lo obtenía por la fuerza, sin el más mínimo asomo de sentimientos. Cuando colocamos a Pilatos al lado de la santidad, gentileza, cortesía y majestad del hijo de Dios, Pilatos no aguanta la comparación, y nosotros tampoco, ¿Quién puede compararse con Cristo? ¿Te atreverías tú? Dios guarde
tu vida de tal tragedia.

Cuando Pilatos contempló a Cristo vio a un hombre que aparentaba más  edad de la que en realidad tenía, su rostro había sido desfigurado por causa de las torturas físicas que le habían infringido. había sido interrogado, golpeado brutalmente, su barba arrancada por tirones y suciamente escupido por la policía del templo. Al verlo, Pilatos consideró a Cristo débil y totalmente en sus manos, ¨ no sabes que tengo autoridad para crucificarte ¨ dijo Pilatos, con el intento de intimidar a Cristo, pero éste estaba equivocado; Jesús le respondió: ¨ Ninguna autoridad tendrías contra mí sino te fuese dada de arriba ¨. Pilatos se equivocó por las apariencias, la autoridad estaba en manos de Cristo. ¿No es este el error que tal vez usted amado lector, está cometiendo también?  Si usted se está fijando en las apariencias, tenga
cuidado. La religión tradicional nos presenta a un Cristo débil, pálido, anémico, inmóvil e irreal, que no encaja con las Escrituras; Jesús tiene la última palabra en la historia de su vida.


Pilatos no prolongó mucho su intento de intimidar a Cristo, pronto se dio cuenta que tenía solo dos alternativas: Crucificaba a Cristo o lo coronaba como su rey y señor. Esta es la decisión a la que se enfrenta todo ser humano; tarde o temprano  usted también, y ojalá fuese hoy, tiene que decidir. ¿qué decide usted hoy, amado lector?

Sin quererlo Pilatos, Jesucristo había entrado a su vida privada. su esposa Claudia Prócula, quien era del linaje de los césares, por ser hija de Tiberio y nieta de César Augusto, había tenido un sueño con Jesucristo en donde vio cómo su esposo Pilatos decidía equivocadamente respecto al Señor; “no tengas nada que ver con ese justo”, le envió angustiada en un breve mensaje estas palabras unos momentos antes de la fatídica decisión, a la que finalmente
llegó Pilatos.  Cuando Pilatos recibió dicho mensaje de su esposa se estremeció, sintió temor de Jesús. Se dio cuenta que era imposible estar indiferente respecto a Cristo; pronto descubrió que Jesucristo afectaría sus actividades profesionales y su posición ante la sociedad. Pilatos llegó a la cumbre del gran dilema que enfrenta todo hombre cuando está frente a frente con Cristo.

“Si a éste (Jesús) sueltas no eres amigo de César”, le gritaban amenazadoramente la multitud para presionarlo. ¿Qué hacer? si elegía a Cristo tendría que enfrentarse con la ira y la crueldad del tirano que tenía su trono en Roma. Pilatos no quería darle la espalda a Cristo, pero tampoco se atrevía a ponerse de su lado. Amado lector, ¿usted también tiene miedo de que Cristo invada su vida familiar, pública y privada? No cabe duda de que así lo hará. El momento en que usted decida por Cristo, todo cambiará en su vida, cambiará inevitablemente. Si usted lo rechaza nunca volverá a tener paz en su alma. Pilatos aplazó la decisión todo el tiempo que le fue posible, pero tuvo que llegar a la hora cero irremisiblemente. Tal vez usted también quiera aplazar su decisión, pero eso le será imposible. Cada ser humano tiene que hacer una elección acerca de Cristo que es determinante e irrevocable. ¿Qué decide usted? 

Pilatos trató de evadir su compromiso enviando a Jesús con Herodes. Descubrió que Jesús era de Galilea y con un suspiro de alivio dijo: “después de todo éste no es mi problema, que lo solucione Herodes”, pero no le dio resultado. En otro intento de esquivar su compromiso dijo a los judíos: “tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley”, por ser asunto religioso pensaba que no tenía necesidad de inmiscuirse en dicha disputa. Sin embargo Pilatos bien pronto se dio cuenta que el caso de Jesús de Nazaret era más que un asunto religioso; fue el caso más importante de todos los que jamás juzgó Pilatos, pues en Cristo se cristalizan todos los problemas morales, religiosos, sociales, políticos, legales y personales que tiene que encarar un hombre, cualquier hombre, todo hombre.

Nuestra conducta, nuestras creencias y nuestra vida misma está en juego cuando tenemos un encuentro con Cristo. Pilatos trató de examinar su compromiso, trató de usar argumentos con Cristo. Lo interrogó y volvió a interrogar, pero no recibió respuesta. El silencio de Cristo golpeaba su conciencia, cual un látigo con puntas de plomo. No había nada que discutir, Pilatos tenía perfecto conocimiento respecto de los hechos. Toda su capacidad política y profesional estaba hecha “añicos” frente a Jesús. Ya no era tiempo de examinar sino de escoger: estaría a favor o en contra de Cristo. Esa es la elección, y Pilatos se vio obligado a hacerla.

Usted también amado amigo debe elegir, no hay escape para ningún hombre.  Pilatos hizo un último intento de escapar de su compromiso: pidió que trajeran a Barrabás, el famoso criminal de aquellos días, y preguntó al pueblo: ¿A quién queréis que os suelte, a Jesús o a Barrabás? Pensó que la multitud vería las ventajas de elegir a Cristo y lo sacarían del aprieto, pero la multitud escogió a Barrabás, esto es algo que las multitudes siempre harán. Arrinconado Pilatos ante las fuertes exigencias de la multitud, se dio cuenta que definitivamente él no podía evadir su compromiso. “Lo castigaré pues, y lo soltaré”, caviló que los azotes dejarían satisfecha a la multitud y que al soltarlo dejaría satisfecho a Cristo; pero esto tampoco le dio resultado, porque el pueblo permitió que Jesús fuese azotado, y luego insistió vehementemente que fuera crucificado. El mundo, la gente que lo rodea a usted nunca hará fácil la tarea de elegir a Cristo; sólo quedará satisfecho con un rechazo absoluto de Cristo y Cristo sólo quedará satisfecho si es coronado rey y señor de nuestras vidas.

Finalmente Pilatos trató de eximirse del compromiso, pidió una bandeja con agua y lavó sus manos diciendo: “inocente soy yo de la sangre de este justo, allá vosotros”. Después de este rito entregó a Jesús, el eterno hijo de Dios para que fuera crucificado, pero ¿Qué rito puede lavar la sangre de las manos de uno que ha rechazado la vida?  ¿Qué ceremonia sustituye el menosprecio del Hijo de Dios? Dramáticamente Pilatos tuvo que llegar a una decisión, no la pudo aplazar más, tuvo que elegir. Le dio las espaldas a Cristo, se alejo de él, lo entregó a la muerte, manchó sus manos con la sangre eterna de Cristo, este fue su peor crimen.

Fue amados míos, una elección terrible. Siete años después Pilatos fue destituido de su cargo por el mismo César, a quien quiso agradar; perdió sus títulos, sus derechos y fue exiliado en ignominia y soledad. Después de rechazar a Cristo, Pilatos verdaderamente no tuvo más amigos y fue despojado de todo honor, que vergüenza más grande amontona la historia sobre el nombre de Pilatos. Hoy la decisión no le corresponde a Pilatos, le pertenece a usted mi estimado lector. Mire sus manos a la luz del evangelio y verá que en ellas también hay sangre,
usted también es culpable de aquel crimen tan villano. Ningún rito, ninguna ceremonia podrá lavar sus pecados. Ningún hombre podrá silenciar la voz interior de su conciencia. Las multitudes a quien usted desea agradar no estarán mañana con usted ante su derrota y su desastre. Usted debe decidir, decídase ahora mismo por Jesucristo, si lo rechazas nunca más tendrás paz.

¿ Llegar a Cristo Por Medio de La Iglesia?





Los primeros cristianos tenían mucho que hablar y anunciar acerca de Jesús. El Señor Jesús había cambiado sus vidas por completo, y ellos pudieron decir con toda convicción: "Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20). "Mi vida antigua ha muerto con Cristo, y él me ha dado una vida nueva" (vea Romanos 6:4-6). Pudieron testificar con su propia vida los milagros que Jesús había obrado en ellos. Estaban tan llenos de El, que dijeron en una oportunidad: "No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído." (Hechos 4:20). Aun cuando fueron perseguidos y tuvieron que huir de Jerusalén, seguían hablando de las grandes cosas que el Señor había hecho por ellos: "Pero los que fueron esparcidos, iban por todas partes anunciando el evangelio." (Hechos 8:4). ¡Esto fue "testimonio"! A consecuencia de este testimonio de los primeros cristianos, grandes números de personas se convirtieron a Jesucristo. Esto sucedía normalmente en las calles, en las plazas, o también en viviendas privadas - en cualquier lugar donde había la oportunidad de un encuentro entre un cristiano y una persona que no conocía a Cristo.
¿Y cuál es el "testimonio" que pueden presentar los evangélicos de nuestros tiempos? Varias veces he preguntado a evangélicos: "¿Tú evangelizas a tus familiares, amigos, vecinos?" - Ahora, muchos dicen que no. Pero si dicen que sí, hago la siguiente pregunta: "¿Cómo los evangelizas? ¿Qué les dices?" - Casi siempre recibo la misma respuesta: "Los invito a la iglesia." - Claro, esto no es ningún "testimonio". Es solamente una invitación a un "evento". La mayoría de estos evangélicos no tuvieron respuesta a la pregunta: "¿Qué ha hecho Dios en tu vida durante la última semana (o el último mes)?" O sea, los evangélicos modernos han trasladado todo el asunto de la evangelización, conversión y salvación a la "iglesia". En esencia, su "testimonio" es este: "Ven a la iglesia, y entonces conocerás al Señor Jesús."

¡Este es un concepto católico romano acerca de la iglesia!

Efectivamente, el concepto de "iglesia" en el catolicismo es bastante diferente del Nuevo Testamento. Sin embargo, la mayoría de los evangélicos que conozco, ¡tienen el concepto católico! En el catolicismo, la iglesia es algo como una "institución para la administración de la salvación". Si alguien quiere acercarse a Dios, tiene que acercarse a la iglesia, y la iglesia (o sea, sus funcionarios) le ayuda a acercarse a Dios. Si alguien quiere ser salvo, tiene que acercarse a la iglesia, y la iglesia le administra los sacramentos necesarios para que sea salvo. "Por medio de la iglesia", se llega a conocer a Cristo. - La iglesia católica toma tan en serio este asunto, que dice: "Fuera de la iglesia no hay salvación". En otras palabras, en el catolicismo, la iglesia existe como una institución aparte del creyente, e independientemente del creyente. Incluso podríamos decir que el creyente es "propiedad" de esta institución. Esta institución se pone entre el creyente y Dios. Según el concepto católico romano, la institución de "la iglesia" es indispensable e inevitable para acercarse a Dios.

En el Nuevo Testamento, las cosas son muy diferentes.
"Y el Señor añadía cada día a la iglesia a los que fueron salvos." (Hechos 2:47)
"De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos..." (Hechos 5:13)

Nadie tenía que "ir a la iglesia" para conocer a Cristo. (¡Los incrédulos ni siquiera se atrevían a juntarse con "la iglesia"!) Al contrario. Tuvieron un encuentro con Dios quien los salvó, y entonces Dios los añadió a la iglesia. No hubo "campañas evangelísticas". Los creyentes simplemente testificaban - o sea, "hablaban de lo que habían visto y oído" (Hechos 4:20) -, dondequiera que se encontraban. Y entonces Dios obraba en los oyentes (o sea, en algunos de ellos), para convicción del pecado, arrepentimiento y fe. Y por supuesto, la iglesia del Nuevo Testamento no era ninguna "institución", ni un "lugar" adonde alguien tendría que "ir". La iglesia era simplemente la asamblea de todos los convertidos. Entonces, si alguien pertenecía a Jesús, él ya era "iglesia". Nadie era "propiedad de la institución". Simplemente formaban todos juntos el pueblo de Dios.
Jesús dice en Juan 10:7-11: "Yo soy la puerta de las ovejas. ... El que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. ... Yo soy el buen pastor." - La "puerta de entrada" es Jesús mismo. Entrando por El, encontramos la salvación, y encontramos también a las otras ovejas de Jesús. La iglesia católica ha volteado de cabeza este principio y ha dicho: "Tienes que entrar por la iglesia (o sea 'nuestra institución'), y entonces encontrarás a Jesús." Pero Jesús dice: "Entra por mí, y entonces encontrarás la iglesia (o sea, la comunión de aquellos que pertenecen a Jesús)."
Ahora preguntémonos: ¿cuál de estos conceptos tienen las iglesias evangélicas actuales? ¿El concepto católico-romano o el concepto del Nuevo Testamento? Sospecho que la gran mayoría de las iglesias evangélicas tienen en el fondo el concepto católico: "Ven a la iglesia, y entonces encontrarás a Jesús." Este es no solamente un pequeño detalle. Es una equivocación horrorosa. Los líderes que difunden esta idea, se están colocando a sí mismos como "puerta de las ovejas". Esto es más que malinterpretación: es blasfemia, porque el líder que dice esto, se pone a sí mismo en el lugar de Jesucristo.
Jesús dijo: "YO SOY la puerta", y "el que sube por otra parte, es ladrón y salteador." - Un líder que dice "Yo soy la puerta", obviamente no reconoce a Jesús como la Puerta. Un tal líder no reconoce la Puerta verdadera, y entra por otro lugar. ¡Jesús llama a tales líderes "ladrones y salteadores"!
La diferencia no podría ser más grande. En el sistema "evangelicatólico", el creyente se vuelve "miembro de una institución", sometíendose bajo su líder ("sacerdote", "pastor", "apóstol", o lo que sea su título). En el Nuevo Testamento, los creyentes recibían una nueva vida de Jesucristo y compartían esta vida juntos. - En el sistema "evangelicatólico", uno "va a la iglesia" y "asiste a reuniones". En el Nuevo Testamento, los creyentes eran iglesia, en todo lugar donde se encontraban y en todo momento. Tengo que mencionar aquí también la variante evangélica del "fuera de la iglesia no hay salvación". Muchas denominaciones evangélicas, cuando bautizan a alguien, empiezan a reclamar un "derecho de propiedad" sobre esta persona: "Tú has sido bautizado en nuestra iglesia; no puedes irte a otra iglesia." "Tienes que ser fiel a la iglesia donde naciste espiritualmente." Algunos hermanos que conozco, tuvieron que sufrir las amenazas y represalias más terribles, solamente porque decidieron pasarse de una denominación evangélica a otra.
Los líderes que son responsables de tales barbaridades, deberían arrepentirse y volver al ejemplo del apóstol Pablo. El dijo a los corintios:
"Porque fui informado acerca de ustedes, mis hermanos, por los de Cloé, que hay rivalidades entre ustedes. O sea, que cada uno de ustedes dice: 'Yo soy de Pablo; yo de Apolos; yo de Cefas; yo de Cristo.' - ¿Está Cristo dividido? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes, o fueron bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios que no bauticé a ninguno de ustedes excepto a Crispo y a Gayo, para que nadie diga que bauticé en mi nombre." (1 Cor.1:11-15) Pablo fue muy claro en esto: Jesucristo es la cabeza de la iglesia, y yo soy solamente su siervo. No reclamo ningún derecho de propiedad sobre ningún creyente, porque todos somos propiedad de Jesucristo. - Pero los líderes de las iglesias actuales, tanto católicas como evangélicas, menosprecian la verdadera Cabeza de la iglesia, y "arrastran tras sí a los discípulos" (Hechos 20:30).

Aun peor es la actitud de idolatrar a la iglesia (como institución), como si no podría ser acusada de ningún error. La iglesia católica ha hecho toda una doctrina de esta posición. Un autor católico lo formuló más o menos así - cito de la memoria -: "La iglesia como suma de la totalidad de sus miembros no puede estar equivocada." - O como me escribió una vez un apologista católico - también estoy citando de la memoria: "La iglesia es santa, porque Cristo la fundó y la declaró santa. Por tanto tenemos que aceptar por fe que la iglesia es santa, aun cuando vemos en ella hechos y acciones que no nos parecen santos." - Con una tal doctrina, se pueden excusar aun las atrocidades más terribles que se han cometido en el nombre de la iglesia cristiana: las sangrientas persecuciones desatadas por la inquisición; las guerras religiosas; las inmoralidades cometidas por sacerdotes; todo puede excusarse con esta doctrina: "Pero la iglesia es santa e infalible; entonces tenemos que seguir creyendo que todos estos hechos no le quitan nada de su santidad."

Cosas muy parecidas he escuchado de parte de líderes evangélicos: "Tenemos que ser fieles a nuestra denominación y aceptarla tal como es; por fin, Cristo nos ha perdonado todo." (Aun si la mayoría de los miembros no muestran ninguna señal de haber nacido de nuevo.) - "Hay que someterse a los líderes y no causar división." (Aun si la denominación se originó con una división de otra denominación.) - "No se puede criticar al pastor, porque es el ungido de Dios." (Aun si es un estafador, vive en adulterio, o enseña herejías.) - Me llama mucho la atención, que los evangélicos estén ahora usando los mismos argumentos como los católicos, para excusar sus faltas y su apostasía.

Vamos a ver adónde nos lleva esta argumentación. Si fuera malo criticar su propia denominación (y aun peor salirse de ella), ¿qué diríamos entonces de la Reforma? ¿No debería entonces Lutero también haber aceptado la iglesia católica tal como era? ¿No debería él haberse sometido al papa, en vez de causar división? - Efectivamente, aquellos líderes evangélicos que proclaman la "fidelidad a la denominación, a pesar de sus errores", deberían ser más consecuentes. Deberían hacer como dicen, revocar la Reforma y regresar a Roma. En cambio, el Nuevo Testamento no da lugar para esta actitud. En Apocalipsis, capítulos 2 y 3, el Señor mismo se dirige a siete iglesias. A cinco de estas iglesias, el Señor las reprende (a algunas de ellas de manera muy dura), y las llama al arrepentimiento. A algunas de estas iglesias, el Señor incluso las amenaza con la extinción si no se arrepienten (Apoc.2:5, 2:23, 3:16). Jesús mismo nos da mucha razón para llamar a la iglesia al arrepentimiento, si se desvía del camino. Cristo no "excusa" ni "tolera" el pecado. El PERDONA, esto es, cuando uno se ARREPIENTE de corazón y con toda su vida.

Cada creyente es llamado a "juzgar" y "examinar" lo que se dice en la iglesia (1 Cor.14:29, 1 Tes.5:21). Esto es un deber y un derecho de cada cristiano, independientemente de si tiene alguna "posición jerárquica" o no. - ¿Y según cuál criterio debemos "juzgar"? "Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras..." (Apoc.2:5) "Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo..." (Apoc.3:3)
El criterio es "lo que recibimos en el principio": la enseñanza original de Jesús y sus apóstoles; y la iglesia original como Jesús la fundó y ordenó. Un cristiano bíblico cree que el Nuevo Testamento describe el "original", la iglesia como debía ser según la voluntad de Dios. Después de aquella primera generación de cristianos, muchos líderes produjeron "copias borrosas" o alteradas de esta iglesia original. Pero las iglesias de todos los tiempos tienen que ser evaluadas según el original, si son fieles al original o no.

La iglesia católica, en cambio, cree en una "evolución" de la iglesia; o sea, que el estilo de vida y la doctrina de la iglesia pueden cambiar a lo largo del tiempo, según deciden sus líderes; y que se pueden añadir "tradiciones" que no están en la Biblia; y que todas estas alteraciones y añadiduras tienen la misma autoridad como la palabra original de Jesús. (En realidad, esto es defender la apostasía.) Pero parece que muchas iglesias evangélicas en la actualidad manejan este mismo concepto católico: Dan más importancia a la "tradición" de su propia denominación que a la palabra de Dios. No permiten que sus prácticas y enseñanzas sean evaluadas según la Biblia. Incluso censuran y expulsan sin misericordia a cualquiera que los cuestiona con base bíblica. Si alguien viene hoy en día y dirige a una iglesia evangélica las mismas palabras que Martín Lutero dirigió a la iglesia católica, los líderes evangélicos lo tratan de la misma manera como los líderes católicos trataron a Lutero. Las iglesias evangélicas idolatran sus instituciones casi de la misma manera como la iglesia católica idolatra la suya.

Residuos del Catolicismo en La Iglesia del Señor




Uno de los postulados más importantes de la Reforma fue restablecer el acceso directo del creyente a Dios (vea Hebr.4:14-16). Cada una de las tres "Sola" de la Reforma tiene implicaciones en este sentido:
"Sola Scriptura" - solo por las Escrituras nos enteramos de la verdad de Dios; no por las interpretaciones y enseñanzas de la iglesia.
"Sola Fide" y "Sola Gracia" - solo por la fe en Cristo somos justificados, y Dios nos salva solo por gracia; no por los sacramentos de la iglesia, ni por cumplir obras adicionales que la iglesia exige. En el catolicismo, el sacerdocio se interpone en casi todos los aspectos de la relación del creyente con Dios: en su entendimiento de las Escrituras, en su salvación y justificación, en la confesión de pecados, en el ejercicio de sus dones espirituales, etc. etc.

La Reforma fue una gran protesta contra este sacerdotalismo. Un sacerdote es esencialmente un mediador entre Dios y los hombres. "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre..." (1 Tim.2:5)
Según el Nuevo Testamento, un cristiano no necesita a ningún mediador humano. Jesucristo es suficiente.

Lutero fue aun más allá y proclamó el "sacerdocio general de todos los creyentes". Esto también es bíblico (1 Pedro 2:5.9), solamente que Lutero y sus seguidores no lo pusieron en práctica. Este es uno de los puntos donde la Reforma quedó incompleta y seguía arrastrando residuos del catolicismo. - No le culpo a Lutero por ello; creo que él hizo todo lo que estaba en sus posibilidades durante su vida y en sus circunstancias. Pero sus seguidores debían haber seguido adelante, una vez que la Reforma se estableció, sobre la base de la Biblia y no sobre la tradición de la obra inconclusa que Lutero dejó.

Con "sacerdotalismo" entiendo la actitud que enfatiza la mediación humana en la relación de un cristiano con Dios. Por ejemplo la idea de que un cristiano no pueda entender la Biblia correctamente sin ser enseñado por su pastor, sacerdote, etc. O que un cristiano necesite la oración de su pastor o sacerdote; que su propia oración y las oraciones de otros "hermanos comunes" no sean suficientes. O que el pastor o sacerdote sea "la voz de Dios" para el cristiano, y que el cristiano tenga que recibir la dirección de Dios para su vida, por medio de su pastor o sacerdote. O que un cristiano no pueda cuestionar, ni siquiera con base bíblica, a su pastor o sacerdote.

En este sentido, el sacerdotalismo sigue bien vivo y activo en las iglesias evangélicas. Hay iglesias que enseñan abiertamente que un cristiano necesite la "cobertura" de su pastor para estar bien con Dios. ¿Acaso no es esto lo mismo como decir que el cristiano necesita a un sacerdote como mediador? - Escuché a pastores evangélicos decir directamente que ellos eran "sacerdotes" para los miembros de su iglesia. - En los "tiempos de ministración" que se ofrecen en algunas iglesias, muchos miembros piensan que tienen que recibir esta "oración ungida" de un "hombre especial de Dios"; y que la oración de su hermano que está a su lado no sería suficiente. ¿Acaso no es esto lo mismo como algunas supersticiones católicas? –


Ahora, ¿qué hay de malo en esto? - Mucho, según veo. Veo a cristianos inmaduros que son incapaces de vivir una vida cristiana por sí solos, porque en todo dependen de su pastor. Y el sistema sacerdotalista los mantiene en esta inmadurez durante su vida entera. Veo una competencia amarga entre las iglesias y disputas entre pastores por tener la "propiedad" sobre los miembros, desconociendo completamente que los cristianos son propiedad de Jesús, no de un pastor ni de una iglesia o denominación. Veo iglesias enteras que están siendo alejadas de la Palabra de Dios por las enseñanzas falsas de sus pastores, y ningún miembro siquiera abre su Biblia para ver si es verdad lo que el pastor predica.
En muchos lugares donde hay una fuerte tradición del curanderismo, se observa también como muchos evangélicos ponen al pastor en la misma posición como antes al curandero: lo tienen como su "sacerdote" que lleva a cabo unos ritos "mágicos" por ellos para estar bien con Dios, y que les ministra sanidad y dirección para su vida. Así la gente sigue en su misma tradición ancestral, solamente ahora bajo formas evangélicas.

El Gran Avivamientode Oración


El gran "Avivamiento de oración", 1857
(Publicado en inglés en el foro de discusión en http://www.revivalschool.com, por un miembro del foro.)


2 Crónicas 7:14: "Si mi pueblo que está llamado según mi nombre, (1) se humilla, y (2) ora, y (3) busca mi rostro, y (4) se aparta de sus caminos malvados, entonces yo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." Cuando estudiamos el avivamiento de 1857 en los Estados Unidos, encontramos que se cumplieron estas mismas 4 condiciones; y como resultado, Dios "sanó la tierra".

¡Este avivamiento maravilloso comenzó con un solo hombre y su reunión fracasada de oración! Pero terminó con dos millones de convertidos por ambos lados del Atlántico, y fue llamado "El Segundo Gran Despertar Evangélico" (Dr. Edwin Orr).

Jeremías Lamphier, de 49 años, era un recién nombrado ministro de la Iglesia Holandesa del Norte en Nueva York. El invitó a una reunión de oración semanal de mediodía hasta la una, para "dar a los empresarios y negociantes una oportunidad de hacer una pausa e invocar a Dios". El 23 de setiembre a mediodía abrió la puerta y esperó. Veinte, treinta minutos pasaron. Nadie vino. Por fin apareció una persona, después otra. Al fin eran seis personas que oraron.

El siguiente miércoles llegaron 22 personas. El antecesor de Lamphier había organizado reuniones similares y se había visto obligado a cerrarlas por falta de interés. Jeremías se habrá preguntado si su reunión iba rumbo al mismo destino.

Pero el siguiente miércoles coincidió con el desastre financiero más grande en la historia de la nación. Los bancos cerraron. Los negocios cerraron sus puertas. De un momento al otro, los hombres se quedaron desempleados y se vieron amenazados con morir de hambre. Aquellos que habían estado demasiado ocupados o demasiado orgullosos para orar, estuvieron ahora desesperados en su necesidad de Dios. Pronto la reunión de oración estuvo más que llena. Dentro de seis meses, 10'000 empresarios oraban diaria y públicamente en las iglesias de Nueva York. Los reporteros que fueron enviados para ver las reuniones, notaron que fue enteramente un movimiento de laicos sin predicación, y solo cinco minutos de oración por persona. Se permitía una sola exhortación de cinco minutos por reunión, y estas exhortaciones a veces produjeron escenas dramáticas. Una palabra dada acerca de la necesidad de arrepentirse, hizo que un hombre exclamara: "¿Qué tengo que hacer para ser salvo?" - este hombre había estado planeando un asesinato y su suicidio.

Según el ejemplo de Nueva York, en toda América se abrieron teatros, iglesias y locales grandes para la oración, y miles vinieron. Un hombre que viajaba de Omaha a Boston, reportó "una reunión continua de oración a lo largo del camino entero - una reunión de oración de una extensión de 2000 millas." Personas empezaron a convertirse, a menudo en las mismas reuniones de oración. Una escena de una reunión de oración interdenominacional unida en Michigan: "'Una esposa intercesora pide oración por su esposo inconverso.' - Inmediatamente, un hombre alto se puso de pie y dijo: '¡Yo soy este hombre! Yo tengo una esposa intercesora.' - Entonces, se levantaron otros cinco esposos convencidos de su pecado, y pidieron oración por su conversión; y el poder de Dios vino sobre la reunión."

Pronto, el número de conversiones reportadas alcanzó 7'000 por día, y por dos años, las iglesias de América recibieron un promedio de 10'000 nuevos miembros cada semana. Gran Bretaña siguió el ejemplo de América. Las reuniones de oración se multiplicaron. Dentro de un año, otro millón de personas se habían convertido a Cristo. En este gran avivamiento no hubo ningún predicador, ningún líder, ninguna predicación. Fue una demostración de que la oración, y la oración sola, puede traer la presencia de Dios no solo a una reunión, sino a naciones enteras. La oración intensiva es lo que es indispensable en un genuino derramamiento del Espíritu de Dios.

La Vida del Cristiano

La vida del cristiano ante todo, tiene que ver con lo espiritual, porque como hijo de Dios, es nacido del Espíritu, lo cual lo convierte en ...