Por J Omar Tejeiro
Tú tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo. 1ª de Crónicas 22:15-16
El significado de la palabra obrero es amplio e interesante, el diccionario dice que es la persona que tiene por oficio hacer un trabajo manual o que requiere esfuerzo físico y que es empleada por otra persona. El obrero es uno que está ligado en el proceso de construcción o producción y que recibe remuneración o salario por ello. Es uno que cuida los intereses de otro. Entre los insectos, la palabra obrera, se aplica a la hembra estéril que desempeña tareas de alimentación, construcción y cuidado de las larvas.
Un obrero es una persona dispuesta a recibir órdenes, acepta fácilmente el liderazgo de otros y asimila su rol para la realización de una obra o proyecto. Es recursivo, hábil, precavido, multifacético. Tiene la habilidad para solucionar situaciones imprevistas y lo hace con sacrificio y gozo.
Los obreros son prácticos, no teorizan mucho y casi nada, todo lo practican y aprenden, aprenden, practican y aplican, hasta que se convierten en expertos. Contrario a los intelectuales que están llenos de mucha teoría y lógica, pero carecen de experiencia, los obreros viven todos los días en un laboratorio. Ensayan, prueban, inventan, aplican, si funciona lo seguirán haciendo, sino lo seguirán intentando hasta que funcione y al final funciona, eso mismo hacen los científicos aunque los obreros no lo saben ni se preocupan de esos menesteres.
Los obreros poseen un carácter rudo y casi áspero, pero tienen gran olfato y discernimiento por las cosas de Dios. La rudeza de los obreros es porque crecen entre el barro, golpeando duro, trabajando con material muy duro y áspero forjando así, nuevas estructuras. Los verdaderos obreros del Señor también hacen esto, bregan con rudos pecadores y forjan corazones de hierro, hasta que los inclinan en los propósitos de Dios.
Los que estamos en estos oficios del Señor, sabemos que sin obreros se perderá la cosecha y hay una mies madura que es urgente cosecharla. No usemos personas que no poseen corazón de obrero, porque el trabajo se detendrá. Hoy día los altares están llenos de gente elocuente y con muy buenos trajes, pero que no saben nada de lo que significa la obra y no están dispuestos a convertirse en obreros. Sus sermones son teorías propias para estudios científicos, con muchos eslabones perdidos, pero no hay evidencias. Los obreros tienen evidencias visibles y reales de su trabajo, son notables. Por doquiera hay testimonio de sus obras y sus logros.
Moisés, uno de los líderes más protagónicos de todos los tiempos dijo lo siguiente: "No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal..." (Nm 11:14, 15).
"Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones... que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales..." (Nm 11:16).
"Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño..." (Ex 18:21, 22).
Moisés estaba tratando de hacer las cosas él solo, hasta el punto que deseó que Dios lo matara y en realidad que algo así nos mataría también a nosotros, entonces Dios le indicó que se apoyara en setenta ancianos, hombres virtuosos, obreros expertos y de esta manera solucionó el problema de su siervo. Los verdaderos obreros del Señor, en su mayoría no han tenido grandes logros académicos, poseen la Biblia como currículo, la pregunta que fue formulada acerca de Jesús fue la siguiente: "¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?" (Jn 7:15).
Los judíos se maravillaban del conocimiento que Jesús tenía de las Escrituras, pues sabían que él no tenía certificados académicos que lo hicieran resaltar ante el mundo religioso o secular. Debemos aprender de este ejemplo. Los logros académicos no son la meta principal. El conocimiento bíblico y el poder de Dios es lo que el obrero de la Iglesia necesita (Mt 22:29). Dios está buscando obreros, para forjar corazones, a la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. Mateo 9:37-38
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