Por J Omar Tejeiro R.
Y he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel. Y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario. Números 8:18-19
En heb., el que sirve es denominado con el término «ebed», que implica un servicio voluntario u obligatorio, y designa a todos aquellos que tienen que servir; el prisionero de guerra, el esclavo comprado, el funcionario privilegiado de un soberano, y también el adorador de Jehová. Los hebreos se consideran, servidores de un superior, o de Dios.
Hablar entonces de Ministerio, es hablar de servicio. Empezamos nuestro ministerio en nuestros hogares. Nuestros primeros corderitos a quienes debemos servir y cuidar son nuestros hijos y la primer oveja que debe ser ministrada es nuestra esposa. No podemos ser siervos eficaces de Dios, sino aprendemos como servir a Dios en nuestros hogares. Quien no sabe servir en su propio hogar, tampoco podrá servir, ni cuidar la iglesia de Dios. 1ª de Timoteo 3:5
El Ministerio no puede ser ejercido si el siervo de Dios carece del amor necesario hacia su familia, iglesia y prójimo en general. Debemos amar y servir a las personas que tenemos cerca y vemos todos los días o ¿cómo amaremos a aquellos que están lejos y que nos son desconocidos? Cuando aprendemos a servir a nuestros hijos con gozo y no por obligación, la vida tiene otro sentido. Cada vez que servimos a nuestro cónyuge no por obligación, sino por amor, lo hacemos feliz y nosotros también somos felices. 1ª Juan 4:20
Muchas personas quieren salvar el mundo descuidando su propia salvación y la de sus seres amados. Hacen cantidad de cosas en la iglesia pero no quieren hacer nada en sus hogares. Nuestro hogar es nuestra primera iglesia y tenemos el deber de levantar el testimonio ahí. Su liderazgo comienza en su casa con su familia, manteniendo una buena relación, su vida de servicio a Dios, empieza sirviendo a sus seres queridos y cercanos, en su casa. Use el amor como un camino excelente en su ministerio. 1ª de Corintios 12:31; 13:1-13
No bastan nuestras palabras en las predicaciones, enseñanzas y sermones, es necesario servir con el ejemplo como verdaderos siervos de Dios. La gente notará si somos un hogar de testimonio y sentirá si hay verdadero amor en la familia del liderazgo. Y si no os parece bien servir al SEÑOR, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR. Josué 24:15
Si en nuestro hogar todo lo que hay es una apariencia de vida cristiana, el trabajo que desarrollamos no tendrá fundamento sólido y en cualquier momento habrá un fracaso total. Su Ministerio y el mío comienza por casa y el ejemplo también. Tito 2:7
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