martes, 5 de octubre de 2010

Luchas Inútiles


Por J Omar Tejeiro R.
Hace siglos el historiador  y gobernador Tácito escribió: En la guerra ocurre la siguiente iniquidad: todos se vanaglorian de haber contribuido a la victoria, y de las calamidades se da toda la culpa a uno solo.

En el fondo del corazón humano se anidan anhelos y frustraciones que nos conducen a librar una lucha por alcanzar lo que deseamos o por no dejarnos vencer de aquello que trata de aniquilarnos. Pareciera que dentro de nosotros hay un guerrero dormido, que despierta de pronto, repentinamente y de manera inesperada. Muchos de nosotros libramos continuamente, sino toda la vida, algún tipo de lucha, pero muchas de estas batallas que libramos son luchas inútiles. Aunque nosotros nos sintamos bien en medio de tales batallas no por eso debemos creer que estamos haciendo lo correcto. 
Las batallas inútiles terminan desgastándonos, nos dejan heridos, lesionados y muertos. En la fábula de Esopo, sobre el león y el jabalí, hallamos una hermosa moraleja:
Durante el verano, cuando con el calor aumenta la sed, acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí.
Discutieron sobre quien debería sería el primero en beber, y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte. Pero, en un momento de descanso, vieron una nube de aves rapaces en espera de algún vencido para devorarlo.
Entonces, recapacitando, se dijeron:-- ¡Más vale que seamos amigos y no pasto de los buitres y cuervos!
Las luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus espectadores.
 
El religioso Saulo de Tarso, tenía una lucha inútil contra Dios. Mientras perseguía a los cristianos y luchaba por borrar el rastro de Jesús de Nazaret, fue golpeado por Dios y quedo ciego, por su orgullo religioso inicio una batalla equivocada que luego tuvo un final feliz, cuando se humilló y aceptó a Jesucristo como su Señor y Salvador. Esas las luchas inútiles a veces se libran dentro de los propios hogares, entre los cónyuges, entre hijos y padres, padres e hijos y entre propios hermanos. Estas batallas son tremendamente perjudiciales porque apagan al Espíritu Santo y nos quitan la inspiración para luchar por cosas que tienen verdadero sentido. 

Otra lucha dolorosa e inútil es cuando el pastor contiende con otros pastores, o se vuelve contra sus propias ovejas o las ovejas contienden contra su pastor o luchan unas contra otras. Esta es una batalla donde los demonios y el diablo están al alrededor del ring, esperando quien golpea más duro, quien es más cruel, quien cae primero herido, para ellos tomar lugar y reclamar las almas que no le pertenecen. Efesios 4:27; 1ª de Pedro 5:8.

No emprendas luchas inútiles, acepte perder, reconozca que se equivocó y pida perdón, esté también dispuesto o dispuesta a perdonar. Lleve el oprobio, ponga su mejilla si es necesario. Si te quieren aplastar con una locomotora, ceda el paso, salve su vida y su alma, correr para guardarse es sabiduría, no es cobardía, por eso José huyó. Evite la confrontación. Hay mejores cosas por las cuales vale la pena luchar, no des lugar a las heridas, mantenga su corazón sano, limpio y libre para amar y servir, ser pacificador le traerá en momentos así felicidad y comunión con Dios y sus semejantes, por favor no luchemos más en vano.

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