lunes, 6 de septiembre de 2010

Manda Fuego Oh Dios


Alguien escribió que la iglesia de hoy necesita un incendio y pienso que tiene razón, pero no un incendio con fuego extraño propio de pirómanos o muy común entre la gente irreverente y caida de la gracia de Dios. Nadab y Abiú sabían bastante de esto y eso les causó la misma muerte. Necesitamos un incendio cuyo origen venga del cielo, necesitamos otra vez carbones encendidos tomados por ángeles, del mismo altar del trono de Dios, y puestos sobre los labios de una iglesia y de un liderazgo apagado y contaminado, que perdió el fuego y la pureza, la visión y el amor por los perdidos. Necesitamos un derramar de fuego con urgencia, hoy mismo, mañana puede ser tarde, fuego celestial que sane nuestros ojos y quite toda escama de religiosidad e hipocresía espiritual, en medio de nosotros mismos.
El pecado y la mundanalidad que invaden a la iglesia de esta época es por falta de fuego divino. Ayer vi un artículo que me dejó triste y perplejo, por que muestra elocuentemente esta terrible verdad: unos líderes usaron escobas durante un servicio cristiano, para ilustrar la necesidad de limpieza espiritual, pero la gente sin Dios y nosotros mismos, como iglesia, necesitamos más que dramatizaciones y espectáculos que pueden ser simpáticos e impresionar a muchos, pero que no llenan la necesidad de Dios, ni solucionan nada en el alma humana. Tenemos necesidad de fuego verdadero, y el espectáculo, tan de moda hoy, no es otra cosa que fuego extraño en el altar. Es tan inútil como la escoba, que barre, pero no por si sola, que sirve para barrer pero no para limpiar ni purificar, solo el fuego divino puede hacer tal cosa. La iglesia necesita fuego verdadero, pero un liderazgo apagado y sin aceite no puede producirlo, puede tratar de generarlo, pero será llama extraña en la congregación. Los falsos profetas de Baal nunca vieron fuego del cielo, hasta que Elías clamó a Dios.

La Shekinah ( LA GLORIA O LA PRESENCIA REAL DE DIOS) no es algo que nosotros podemos producir o generar... Hallamos a Dios solo CUANDO LO BUSCAMOS y MORIMOS... porque esta carne mortal no puede ver a Dios. Es un equívoco trágico reemplazar lo verdadero por lo falso y lo artificial; nunca una fruta de cerámica alimentará como una verdadera y quien la coma, si puede, es posible que se suicide. Fue en una zarza de fuego donde Moisés encontró a Dios, y nunca más se apartó de Él, quien no tiene con Dios un encuentro ardiente y de fuego nunca entenderá a Dios y jamás podrá oír su llamado apacible. Aquel fuego despojó a Moisés de las sucias sandalias de su propia justicia y lo puso frente a frente con Dios. Su llamado fue un llamado de fuego y eso explica su vocación profética, él no buscó ser quien fue, Dios lo escogió, lo escondió, lo guardó, lo cuidó, lo preparó y luego lo pasó por su fuego divino, para tallar en El, con molduras quemantes, su voluntad. Moisés subió al monte de Dios, en busca de una oveja extraviada, iba apagado y vacío, tan extraviado como la oveja que buscaba; cuando descendió, él era otro... El fuego divino encendió con flamas de gloria y de santidad su corazón e hizo de él otro hombre mejor, según le pareció al Alfarero, mejor hacerlo. Su corazón nunca se marchitó, ni su visión menguó. Se sostuvo hasta el final por la fe como viendo al invisible, contra toda una nación rebelde y un sacerdocio débil y sin celo por lo divino, nunca claudicó. Permaneció fiel a Dios y a su llamado divino, y Dios nunca le dejó. Dios fue fiel con su siervo hasta el final, lo acompañó en todas las crisis de su vida ministerial y de liderazgo y en varias ocasiones le propuso darle otro pueblo...pero Moisés no aceptó, fue fiel a su gente, aunque nunca se puso del lado de los infieles, contra ellos levantó la ley y la espada y juzgó el pecado sin titubear. El fuego de la gloria de Dios se movió sobre su vida y su ministerio en una nube de poder envolvente, dia y noche.
A Elías se le llama El Profeta de Fuego por causa de su pasión, de su celo y de su estilo quemante. El sabía como producir cambios radicales en una nación que se habia alejado de la Presencia de Dios. Esa generación no conocía al Dios de Moisés y de Elías, no sabían nada del fuego que consume y que puede escribir aun sobre corazones de piedra la voluntad suprema de Dios. Entonces Elías convocó a un culto donde SOLO EL ERA EL UNICO CREYENTE DE PARTE DE DIOS hasta ese instante. 

Los falsos profetas y el rey, levantaron un altar lleno de drama y de comedia, que hacían reír al serio profeta de Dios, se burló de sus payasadas y del espectacular despliegue, de aparente fe... Y le tocó entonces el turno al profeta, levantó el altar a Dios y para Dios ( muchos levantan altares para si mismos, para ser ellos temidos y reverenciados) Elias lo hizo para Jehová... Sacrificó para Jehová y luego hizo lo que ya la iglesia dejó de hacer... Y lo que gran parte del liderazgo nunca aprendió: Oró a Dios, pidió lo que ya la iglesia no pide, ni la teologia moderna admite ni permite a sus discipulos inteligentes de estos tiempos modernos, porque creen que no lo necesitan, pidió fuego EN EL ALTAR, y el fuego cayó. Si el evangelio comercializado y degradado en espectáculo, abandonase su impiedad y dejase de promocionar una prosperidad material sin riqueza espiritual, donde solo el dios de la ostentación y de la riqueza es venerado, entonces en las iglesias de todo el mundo se oiría otra vez la oración de Elias: MANDA FUEGO SEÑOR... FUEGO QUE NOS CONSUMA. 

Jesús lo sabía, por eso ordenó a sus discipulos esperar en Jerusalem, hasta que fueran investidos de poder desde lo alto. Ellos oyeron a su Maestro, subieron al aposento alto, era el lugar de la cita. Subieron sin unción, sin saber que pasaría alli. Eran hasta el glorioso dia de pentecostés, frios e indiferentes cristianos con el bautismo de Juan Bautista. Pero oraron, velaron, esperaron, y gimieron, hasta que el fuego cayó... El viento recio del Espiritu Santo con llamas reales de gloria, los quemó, los encendió y los cambió para siempre. Es hora amados lectores, de una nueva cita con Dios, las tinieblas son muy densas y parecen apoderarse de la iglesia toda... Necesitamos otro incendio del cielo, otro pentecostés, otro viento recio del Espíritu Santo... Si lo puedes decir desde hoy, si podemos clamar desde los altares que hemos levantado para Dios, lo que dijo Elías, en su tiempo: MANDA FUEGO, SEÑOR... Yo estoy seguro que habrá otro incendio que el infierno no podrá apagar.

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