lunes, 30 de agosto de 2010

La Concupiscencia




Por J Omar Tejeiro

Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Si no que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. Santiago 1: 13- 15

Concupiscencia es epithumia en griego, denota un intenso deseo de cualquier tipo, y que arrastra al hombre a lo malo, a través de la carne. Casi en todos los pasajes bíblicos y sagrados tiene un sentido malo. En Rom_6:12, el requerimiento a no dejar que reine el pecado en nuestro cuerpo mortal para obedecerle en sus concupiscencias, se refiere a aquellos malos deseos que están listos para expresarse en una actividad corporal. Son igualmente las concupiscencias de la carne («deseos»), frase que describe las emociones del alma, la tendencia natural hacia lo malo. Tales concupiscencias no son necesariamente ruines e inmorales; pueden ser de carácter refinado, pero son malas si son incoherentes con la voluntad de Dios. Otras descripciones además de las ya mencionadas son: «de los pensamientos» «malos deseos» «pasión de» «actitudes necias y dañosas» «deseos juveniles» «mundanos» «que antes teníais»; «carnales» «de los hombres»; «de inmundicia» «de los ojos» «del mundo» «sus malvados»


La concupiscencia es tentadora y sucia, tiene la capacidad seductora de usar la hermosura y el deseo como un gancho que atrapa y no suelta. La Biblia dice que ella destila miel de sus labios, cuando se viste femeninamente. Se hace suave y blanda como el aceite. Ama la oscuridad y lo secreto, lo oculto. Es en su naturaleza de un carácter totalmente infiel, por ello es adúltera y traidora. Se atavía no para cubrirse, sino para seducir y conquistar al falto de entendimiento. Es profundamente exhibicionista y se desnuda fácilmente, por que es hueca y vacía carente de amor verdadero. Siendo la concupiscencia una enferma sexual, es la más grande transmisora de venéreas y de SIDA. Se le llama Don Juan cuando se pone pantalones de hombre y sale como un conquistador de aventuras inmorales. Se le encuentra a veces aún agazapada entre los santuarios del Señor, tratando de atrapar a los incautos. Usa la música y los ritmos con una sabiduría demoníaca, para despertar los instintos animales y sexuales en la gente que acude a sus llamados.

La concupiscencia es materialista, fornicaria y pornógrafa, vive por los deseos de los ojos. Sus ojos son lascivos y cínicos. La morbosidad está sobre su boca maniática. Juega y se deleita con lo carnal y lo físico. Vive el instante aunque no sobreviva y muera y se condene. Sabe desnudar con la mirada, con las palabras, con sus manos y sus pies; codicia lo ajeno y lo prohibido y no se limita en nada. Conduce a los hombres en sus degradaciones al homosexualismo y a las mujeres al lesbianismo. El incesto y todas las aberraciones sexuales son hijas de esta hija maligna, su padre es Satanás, sus hermanos los ángeles caídos, ella misma es un demonio no definido pero real llamado concupiscencia.

Ella nació en los prostíbulos, creció entre los proxenetas, eligió a las Sodomas y a las Gomorras del mundo para vivir su vida de muerte enfermiza. Ama los vicios y sabe disfrazarse de piedad y de amor entre los monasterios de los religiosos del mundo. Adonde quiera entra y corrompe con su astucia y hermosura que despierta admiración extraña. Muchos no saben que están andando del brazo de la misma muerte, cuando la abrazan a ella. Ignoran que están envenenándose cuando la están besando. Van como el buey al matadero: contentos, menando la cola sin saber que les van a cortar sus cabezas. La concupiscencia no respeta a nadie, nunca tenga una cita con ella, te llevará a la muerte. No hables ni chatees con ella, pues sabe tenderte trampas... tus vestidos arderán y tú perderás tu alma.

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