lunes, 30 de agosto de 2010

La Conversión a Dios

Por J Omar Tejeiro


Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré: Y se levantó Jonás y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a 40 días Nínive será destruida. “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive y se levantó de su silla y se despojó de sus vestidos reales y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna no se les dé alimento ni beban agua, sino cúbranse de cilicio hombres y animales y clamen a Dios fuertemente; y conviértanse cada uno de su mal camino y de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Jonás 3: 5-9.



Más de ciento veinte mil habitantes (Jonás 4: 11) dedicados al comercio, a la rapiña, y a la idolatría sensualista, pues Nínive era la sede del templo de la diosa Istar según nos narra el histórico código de Hamurabi. Para los Ninivitas, la imagen de la diosa Istar había descendido del cielo y la veneraban como la diosa de la fertilidad y del amor sexual, pues parte esencial de su culto, era la prostitución. Aquellas prácticas y costumbres degradantes causaron LA SENTENCIA DEL CASTIGO DIVINO, EN CUARENTA DIAS NINIVE SERIA DESTRUIDA. Sin embargo el pueblo y el rey sentenciados entendieron que debían tomar una decisión, esperar el castigo o buscar el rostro justo y santo de Dios, ellos optaron por la decisión final, única y sabia: CONVERTIRSE A DIOS Y APARTARSE DE SUS MALDADES y en Jonás 3: 10 encontramos, que "Vio Dios lo que hicieron que SE ARREPINTIERON DE SU MAL CAMINO; Y SE ARREPINTIO DIOS DEL MALQUE HABIA DICHO QUE LES HARIA, Y NO LO HIZO"

La Conversión se refiere específicamente a aquella vuelta de la idolatría, es decir de la costumbre de adorar imágenes, de plata, de yeso, de madera, de cera o de cualquier otro material, pues la Biblia claramente prohíbe”: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra " Éxodo 20: 4.

Un ídolo es una imagen, una representación de algo o un símbolo, material o imaginario, que es objeto de devoción fervorosa. En términos generales, la idolatría es la veneración, amor, culto o adoración de un ídolo. Normalmente está relacionada con un poder superior, real o supuesto, tanto si se le atribuye una existencia animada (humano, animal o, incluso, una organización) como si se trata de algo inanimado (una fuerza u objeto inanimado de la naturaleza). La idolatría suele ir acompañada de algún tipo de ceremonia o rito.
Los términos hebreos con los que se hacía referencia a los ídolos solían aludir tanto al material del que estaban hechos como a su inutilidad, o eran términos con una profunda carga despectiva. Entre estos hay palabras que se han traducido por expresiones como “imagen tallada o esculpida” (literalmente, “talla”); “estatua fundida, imagen o ídolo” (literalmente, “algo fundido; vaciado”); “ídolo horrible”; “ídolo vano” (literalmente, “vanidad”), e “ídolo estercolizo”. La palabra “ídolo” es traducción de la voz griega éi•do•lon.

En Jeremías 10: 2- 15 está escrito: Oíd la palabra que ha hablado Jehovah acerca de vosotros, oh casa de Israel. Así ha dicho Jehovah: "No aprendáis el camino de las naciones, ni tengáis temor de las señales del cielo, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad: Cortan un árbol del bosque, y las manos del escultor lo labran con la azuela. Lo adornan con plata y oro; lo afirman con clavos y martillo para que no se tambalee. Son como un espantapájaros en un huerto de pepinos. No hablan; son llevados, porque no pueden dar un paso. No tengáis temor de ellos, porque no pueden hacer daño ni tampoco tienen poder para hacer bien." ¡No hay nadie semejante a ti, oh Jehovah! Tú eres grande; grande es tu nombre en poder. ¡Quién no te temerá, oh Rey de las naciones! Porque a ti se te debe temer. Entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay nadie semejante a ti. Son torpes e insensatos a la vez. El mismo ídolo de madera es una lección de vanidades: Traen plata laminada de Tarsis y oro de Ufaz, los cuales son trabajados por el platero y por las manos del fundidor. Sus vestiduras son de material azul y de púrpura; todas son obra de expertos. Pero Jehovah es el verdadero Dios; él es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra; las naciones no pueden resistir su furor. Así les diréis: "Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra desaparecerán de la tierra y de debajo de estos cielos. Él hizo la tierra con su poder; estableció el mundo con su sabiduría y extendió los cielos con su inteligencia. Cuando él emite su voz, se produce un tumulto de aguas en los cielos. Él hace subir la neblina desde los extremos de la tierra. Hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos." Todo hombre se embrutece por falta de conocimiento. Todo platero es avergonzado a causa de su ídolo. Porque sus ídolos de fundición son un engaño, y no hay espíritu en ellos. Son vanidad, obra ridícula; en el tiempo de su castigo perecerán.

Adore a Dios en Espíritu y en Verdad

Las Escrituras no aprueban el uso de imágenes como un medio de dirigirse a Dios en oración. Esta práctica va en contra del principio que dice que aquellos que buscan a Jehová deben adorarle con espíritu y con verdad. (Jn 4:24; 2Co 4:18; 5:6, 7.) Él no tolera que se mezclen prácticas idolátricas con la adoración verdadera, como lo ilustra el hecho de que condenase la adoración del becerro, a pesar de que los israelitas lo habían relacionado con Su nombre. (Éx 32:3-10.) Jehová no comparte su gloria con imágenes esculpidas. (Isa 42:8.)



El Antiguo Testamento Enseña Contra la Idolatría

Los ídolos siempre han sido algo aborrecible. Las Escrituras a menudo se refieren a los dioses falsos y a los ídolos en términos desdeñosos, como algo que carece de valor (1Cr 16:26; Sl 96:5; 97:7), horrible (1Re 15:13; 2Cr 15:16), vergonzoso (Jer 11:13; Os 9:10), detestable (Eze 16:36, 37) y repugnante (Eze 37:23). Con frecuencia se les llama “ídolos estercolizos”, una expresión que traduce el término hebreo guil•lu•lím, emparentado con una palabra que significa “estiércol”. (1Re 14:10; Sof 1:17.) Esta expresión de desprecio, que aparece por primera vez en Levítico 26:30, se puede hallar unas cuarenta veces tan solo en el libro de Ezequiel, empezando en el versículo 4 del capítulo 6.

El fiel Job reconoció que incluso si su corazón fuese seducido en secreto a fijarse en los cuerpos celestiales, como la Luna, y su ‘mano procediese a besar su boca’ (el gesto, al parecer, de lanzar un beso con la mano con intención idolátrica), habría negado a Dios y se habría vuelto idólatra. (Job 31:26-28; compárese con Dt 4:15, 19.) Con referencia a alguien que practicaba la justicia, Jehová dijo por medio del profeta Ezequiel: “Sus ojos no levantó a los ídolos estercolizos de la casa de Israel”, en el sentido de no hacerles súplicas o esperar su ayuda. (Eze 18:5, 6.)
Otro excelente ejemplo de huir de la idolatría fue el de los tres hebreos, Sadrac, Mesac y Abednego, quienes rehusaron inclinarse delante de la imagen de oro erigida por el rey Nabucodonosor en la llanura de Dura, aunque se les amenazó con morir en el horno ardiente. (Da 3.)

Los Verdaderos Cristianos Nunca Adoraron Ídolos

Los cristianos primitivos siguieron el consejo inspirado: “Huyan de la idolatría” (1Co 10:14), y los que hacían imágenes veían al cristianismo como una amenaza para sus negocios lucrativos. (Hch 19:23-27.) Los historiadores informan que los cristianos que vivían en el Imperio romano se colocaron a menudo en una posición similar a la de los tres hebreos por no participar en actos idolátricos. El reconocer el carácter divino del emperador como cabeza del Estado ofreciendo tan solo un poco de incienso podría haber librado de la muerte a estos cristianos, pero pocos transigieron. Entendieron claramente que, si se habían vuelto de los ídolos para servir al Dios verdadero (1Te 1:9), el regresar a la idolatría significaría ser excluidos de la Nueva Jerusalén y perder el premio de la vida. (Rev 21:8; 22:14, 15.)
Incluso hoy día los siervos de Jehová deben guardarse de los ídolos. (1Jn 5:21.) La Biblia profetiza que se ejercerían grandes presiones sobre todos los habitantes de la Tierra para que adorasen a la simbólica “bestia salvaje” y a su “imagen”. Nadie que persista en tal adoración idolátrica recibirá el premio que Dios da: la vida eterna. “Aquí está lo que significa aguante para los santos.” (Rev 13:15-17; 14:9-12)

Si aun usted adora ídolos, debe saber que Dios le manda a convertirse. Abandone hoy mismo tan grave pecado y sirva al Dios vivo y verdadero, Él le mostrará su poder y su amor, como nunca antes usted lo ha visto.

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